domingo, 28 de febrero de 2010

The Most Selfish Part Of Us.

El ácido olor del limpia cristales me quemaba por dentro. Mire hacia los lados. El suelo estaba frío y la sangre cubría toda mi cara. Me incorporé lentamente. Me limpie el rostro. Mojé una toalla y me envolví con ella mis muñecas. Apague la luz y salí del cuarto de baño mientras mis pies descalzos hacían un cómico ruido al separarse de aquellos espesos restos de sangre. Sin que se me ocurriera vestirme o abrigarme salí a la calle, la cual estaba aun mojada por la tormenta. No tenía nada, no me refiero solo a los bienes materiales, sino a cualquier cosa que te puedas imaginar. No existía. Era simplemente un desecho, como las cajas de zapatos que solo tienen la utilidad de guardarlos hasta que llega su momento, y luego les espera una larga eternidad olvidadas en lo alto de un armario. ¿Por qué lo habría hecho?, El muy gilipollas era feliz, tal vez no lo suficiente para su enrevesadamente, pero yo era feliz. Tal vez le prometieron el cielo o cualquier mierda por el estilo. Nunca se imaginaría que fuera él el que desaparecería. ¿Ahora que voy a hacer yo, si simplemente soy una caja vacía? Creo que nuestros pensamientos se centra demasiado en la parte sentimental cuando es esta la que comete todo los errores.

sábado, 27 de febrero de 2010

Off.

Me dirigí lentamente hacia la escena. La tiza señalaba la situación donde no hace mucho estaba el cuerpo. El sudor y la sangre se notaban en la alfombra, dando a entender que ahí aun había algo. Un cuchillo lleno de sangre, huellas por todas partes... El asesino no buscaba el crimen perfecto, mañana estará ante un juzgado si es que no se ha suicidado ya. En el portátil teníamos todas las imágenes de su rostro, se enfrentaba ante una cuenta atrás inminente. Parecía todo perfecto, pero tan salo lo parecía. No fue él, no puedo ser, seguramente dejara las huellas de otra persona, de mi persona. Yo no fui, lo juro yo no fui. ¿Por qué iba ha hacer yo algo tan atroz? Soy inocente, debéis creerme, ahora el verdadero asesino andará por ahí suelto... ¿A quien intento engañar? Debería concentrarme más en si voy a elegir la cárcel o el suicido...

martes, 23 de febrero de 2010

We've Got The Choice.

Sin duda, el amor desata felicidad, revuelo y algún que otro suicidio. El amor es simplemente la forma que tiene la humanidad de sentirse un poco mejor, lógicamente, la humanidad sigue siendo imperfecta. El amor no es ciego de nacimiento, probablemente un fan le hecho ácido en la cara o le arranco los ojos la razón, que porcierto, aún no se por qué el amor y la razón son terminos tan dioscuros, pero el día que lo descubra habre perdido uno de los dos, hasta la fecha, seguiré callendo en las mismas trampas que siempre, tantas veces como pueda.

lunes, 22 de febrero de 2010

Sunday Tars.

Hay días magníficos. Días en los que no puedes sacar un pié de la cama sin pesar: "Hoy va a ser mi día". Un día en el que tus enemigos no son nadie y la luz de la ventana sonríe ante tu impaciencia. Bajas corriendo las escaleras con una cara que no expresa más que ilusión y felicidad, pero cuando miras el calendario, es domingo. Y vuelves a la cama, pensando que al día siguiente harás una entrada sobre esto.

lunes, 15 de febrero de 2010

Go Down.

Pensaba que el mundo iba mal. Ayer ví a pocoyo entregando un goya. El mundo va mal.

domingo, 14 de febrero de 2010

Smile Again Again Again.

Odio La Gente A La Que Mi Felicidad Le Extraña,

Mi Felicidad Le Agobia,

Mi Felicidad Le Corrompe.

All Is Forgotten.

Podéis llorar, podéis reír. El pasado no os lo tendrá en cuenta. Podéis recordar, podéis. El pasado está muerto, mofemonos a su costa. ¿Qué nos puede hacer? Todo acabó, ahora es un tedio chiste, una broma, riámonos. El pasado es inofensivo, el pasado es efímero, todo está olvidado.

sábado, 13 de febrero de 2010

Hate.

Si hablamos de odiar:
Odio las sillas que cojean.
Odio el olor de los polvos talco perfumados.
Odio los lápices mordidos.
Odio las heridas producidas por folios.
Odio el sabor del jarabe para la tos.
Odio la gente zurda que finge ser ambidiestra.
Odio los bolígrafos que no escriben.
Odio la gente que no se da cuenta de que tiene el Bloq Mayús activado.
Odio las cajas fuertes abiertas.
Odio los mandos a distancia sin pilas.
Odio las contraseñas 1234 y 1111.
Odio las cosas que se repiten una y otra vez.
Odia la gente que se intenta suicidar, pero que en realidad espera que alguien le interrumpa.
Odio pensar en el pasado.
Odio que me hablen del futuro.
Odio los pronósticos del tiempo.
Odio las historias sin final.
Odio la pintura resquebrajada.
Odio el color marrón.
Odio los hipócritas que dicen a veces la verdad, y otras veces no.
Odio las frases que no empiezan por mayúscula.
Odio la gente que se deja manipular.
Odio los charcos al borde de la calzada.

Si hablamos de amar:
Tú.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Time.


(Tomando una "vacaciones")

sábado, 6 de febrero de 2010

martes, 2 de febrero de 2010

Calamitous Morning Coffee Disaster.

Noche cerrada. Me aparto la sabana de la cara. Miro el reloj y me doy la vuelta. Me vuelvo a gira, miro el reloj, pero esta vez además del reloj, miro la hora. Son las cinco de la madrugada. No veo por qué no desayunar ahora si de todos modos lo tendré que hacer más tarde. Busco el interruptor de la luz. Busco el interruptor de la luz. Busco el interruptor de la luz. Desisto.Me fijo en la diminuta luz roja que deprenden los números del despertador. Bostezo. Cojo el despertador y a modo de linterna me dirijo con el hacia la puerta. A escasos centímetros de esta, mi novedosa linterna se apaga... ¿A qué clase de subnormal se le ocurre hacer un despertador con menos de cinco metros de cable? Encuentro en pomo, abro la puerta, es el armario. sigo mi búsqueda por salir de la habitación. Encuentro por fin la manilla y salgo. A punto de tropezarme y caer al suelo, me doy cuenta de que tras bostezar aun no cerré la boca, pero esta distracción me cuesta una perdida de control, lo justo para bajar las escaleras a modo de tobogán. Llego abajo, sangrando, ya que hacia el antepenúltimo escalón mi cuerpo sintió la necesidad de volcarse hacia delante, produciéndome una brecha en la ceja, una dolorosa lengua mordida y un contusión que me que me nubla la vista, lo cual produce una mezcla fatal de sueño más contusión más resaca la cual me permite andar con total facilidad por trazados en forma de ese. Atravieso la puerta de la cocina, nunca mejor dicho, y voy directo a la cafetera, ya que un domingo por la mañana, sin café no soy persona. "Cojo" la cafetera, se me cae al suelo, la recojo y noto como... como que pesa muy poco. yo creía que la había dejado llena por la noche, pero estaba vacía. Noto frío en los pies. Miro el suelo y no solo estaba descalzo, si no que la cafetera si estaba llena. Me dirijo hacia el armario para coger el paquete de café, pero resbalo y caigo. Me levanto, cojo el abrigo y me dirijo a la cafetería más cercana, una 24 Horas.

-Le Digo, señora, que no se preocupe, que lo del despertador, la sangre y el café de mis pies fue un accidente. Por favor, no llame a manicomio y sírvame un café.

The Apocalyptic Cristal Rain.

La lluvia.
Atraviesa mi inútil paraguas,
mi absurda cara,
mis inocentes brazos y mis doloridas manos.
Mi torso,
mis piernas.
La lluvia,
cristalina,
no por su transparencia,
si no por su corte,
por su herida.
Lo que toca destrulle,
lo que amas,
lo que necesitas,
desgarra al tiempo y
destripa la inocencia.
Duele.
La llueva,
que por tu ventana resbala,
que a tu ventana pica,
que tu ventana atraviesa.
Tu cama, tu bunker,
y esas sabanas blancas.
Tu protección se desgasta,
se quema y se consume.
No sois nadie,
no busquéis respuesta.
Os avise, os avisamos.
Todo acabará hoy,
si no es hoy,
sera mañana.
A nosotros nos atravesará el cuerpo,
a vosotros,
el alma.
La lluvia,
la muerte.
Todo es efímero,
todo se corrompe.

A Sweet Mistake.

Necesito tiempo... Solo eso, tiempo. Tan sencillo y tan difícil. No te preocupes, ya no es para olvidarte, no volvería a cometer dos veces el mismo dulce error, al menos, no voluntariamente. Esta vez estoy preparado para usarlo debidamente. Me acercaré al reloj. Lo miraré y no pensaré en ti, pensaré en lo que necesito, en lo que quiero, en todas y cada una de mis ambiciones, y cuando me dé cuenta de que no necesito nada, seré feliz. Seré jodidamente feliz. Dame una señal, dime que me darás ese tiempo, pero no me digas lo que me falta. Porque esta vez, no eres tú.

lunes, 1 de febrero de 2010

White Blood Hunter.

Llueve. Parece que se está cayendo el cielo. Las vacías calles empezaban a ser presas de los profundos charcos. Y los temerarios coches que se atrevían a pasar dejaban tras sí un desagradable ruido a oscuridad. Me aparto de la ventana, es demasiado deprimente y además debo de empezar. Me acerco a la mesa, aún esta dormida. Le tomo el pulso, es lento pero constante, probablemente todavía no ha hecho efecto. Es el momento, tal vez un poco pronto, pero esta vez no pienso correr riesgos. La última vez que lo me arriesgué, la víctima acabo sucumbió antes de la extracción. Me acerco al maletín y cojo un precioso cuter negro, con seguro y antideslizante, una pena que vaya a acabar manchado. Me vuelvo ha acercar a la mesa pensando en un sonido, un sonido de esos que no sabes si lo oyes o lo piensas, uno de esos sonidos que te perforan hasta lo mas profundo de la cabeza, pero son leves y carecen de importancia. Eran como los pitidos de las teclas de un teléfono, pero lo desatiendo, no puedo perder más tiempo. Agarro con fuerza su mano y empiezo a hacer la incisión. Su fina piel se desgarra rápidamente y sin excesiva fuerza. Su sangre, blanca y pura, empieza a cubrir la herida. ¿Alguien la echará en falta? ¿Alguien la ama? Es una tortura tener que hacer un acto semejante tan frecuentemente. Guardo el cutre y pongo un pañuelo sobre la herida. Me quito los guantes. Oigo pasos, más de una persona, incluso palabras. La puerta cae abajo. Creo que eran cuatro, tal vez alguno más, solo recuerdo que entraron bruscamente y que era un rifle, un rifle al que ni siquiera se molestaron en ponerle silenciador. Me atravesó el hígado o tal vez la aorta, no lo sé, no soy medico. La otra fue directamente a la traquea. Miro al techo mientras escucho el armonioso y dulce ruido de los neumáticos pasar por el húmedo asfalto. Las cosas van desapareciendo, se me nubla la vista. Miro la herida y el charco de sangre a mi alrededor, de mi sangre oscura, de mi sangre negra.