La lluvia.
Atraviesa mi inútil paraguas,
mi absurda cara,
mis inocentes brazos y mis doloridas manos.
Mi torso,
mis piernas.
La lluvia,
cristalina,
no por su transparencia,
si no por su corte,
por su herida.
Lo que toca destrulle,
lo que amas,
lo que necesitas,
desgarra al tiempo y
destripa la inocencia.
Duele.
La llueva,
que por tu ventana resbala,
que a tu ventana pica,
que tu ventana atraviesa.
Tu cama, tu bunker,
y esas sabanas blancas.
Tu protección se desgasta,
se quema y se consume.
No sois nadie,
no busquéis respuesta.
Os avise, os avisamos.
Todo acabará hoy,
si no es hoy,
sera mañana.
A nosotros nos atravesará el cuerpo,
a vosotros,
el alma.
La lluvia,
la muerte.
Todo es efímero,
todo se corrompe.
martes, 2 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario